Durante casi seis semanas, que se cumplen el próximo lunes, la presidente sólo apareció tres veces fotografiada, en todos los casos adentro del auto con su custodia. En esas tomas se la vio con la cara hinchada, especialmente la del sábado pasado, a cinco semanas de su interacción. El secretismo de los partes médicos, que dicen poco y nada y que son leídos por su vocero Alfredo Scoccimarro y no por los médicos que la atienden, deja a la opinión pública en un estado de incertidumbre. El correlato de esta realidad se ve en los mercados, que en el día de ayer reflejaron una caída de la bolsa local del 2,4% y también en los bonos de la deuda externa. La caída de las reservas del Banco Central ya tocó los 32.711 millones de dólares, tendencia que marcaría un nuevo récord, ya que en octubre se fugaron 2.000 millones.
En este marco de inseguridad económica y política, el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, es una figura expectante y se encuentra cuarto en la línea sucesoria. Su aceptación es mayor por la comparación entre su figura y las de Amado Boudou y Beatriz Rojkés de Alperovich, cuyo nivel de deterioro los haría insostenibles en caso de renuncia de CFK. Domínguez debería convocar a la Asamblea Legislativa, donde la mayoría simple sumada de ambas cámaras debe elegir a un funcionario electo nacional para que concluya el mandato. Resaltamos que no hace falta una mayoría simple por cámara, sino la de Senadores y Diputados sumadas.
En sintonía con Scioli
Domínguez, originario de la localidad de Chacabuco y ex Ministro de Agricultura, es de los fieles cristinistas, aunque su tendencia hacia posturas moderadas es obvia. Se ubica, además, distante de las vertientes que sostiene la presidente en el plano económico. Esto es, el neomarxismo de planificación centralizada, que pregona Axel Kicillof, y el mirandismo de los años 50, que encarna con su estilo particular Guillermo Moreno. Domínguez es un ferviente católico que fue recibido en audiencia privada por el papa Francisco y le gusta dialogar con todos los sectores, requisito que puede ser fundamental para encabezar una transición hacia las elecciones del 2015. En tren de especulaciones, naturalmente, un interinato suyo podría contar con el apoyo del político de mayor consenso en las encuestas, Daniel Scioli, hoy severamente cuestionado. No es un secreto que Domínguez aspira a la gobernación de Buenos Aires y podría entonces acordar con Scioli volcar recursos a esta provincia y no exigirle más aumentos de impuestos a los castigados bonaerenses. Como es sabido, Scioli no sólo no puede ser reelecto sino que su principal candidato a gobernador, Francisco de Narváez, acaba de sufrir un golpe tal vez irreversible en las recientes elecciones. Las aspiraciones de Domínguez, que éste le comentó días atrás a varios periodistas, tendrían que ver, obviamente, con informaciones también reservadas sobre el real estado de salud de la presidente. O sea, cuáles son las condiciones para que no arriesgue su recuperación y poder continuar hasta el final de su mandato. Mientras tanto, la realidad económica puede no perdonar más incertidumbres.
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